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"Ciudad de los Santos" Primera parte Eduardo Martínez Benavente Agosto 5, 2007.
“Ciudad Satélite”, que bien podría ser rebautizada con el protector y acogedor nombre de “Ciudad de los Santos”, es el proyecto más ambicioso del gobernador Marcelo de los Santos, con el que sueña pasar a la historia y trascender ya no como un gobernante que trajo felicidad y progreso a su pueblo, sino como un brillante estadista que vino a transformar las instituciones y darle lustre y prestigio a San Luis Potosí; por lo que, lo menos que merecería es que la nueva ciudad por él fundada lleve su nombre. Su objetivo es construir una ciudad de más de 30 mil viviendas, que cuente con todos los servicios que requiere una urbe de más de 100 mil habitantes, en una superficie de 3 millones 500 mil metros cuadrados que adquirió su administración mediante una serie de turbios movimientos. Este nuevo núcleo habitacional albergaría una población mayor a la de Ciudad Valles, Rioverde o Matehuala, en un predio que se segregó del ejido “El Panalillo”, y que se localiza un poco más allá del libramiento norte de la ciudad con la carretera San Luis Potosí- Rioverde, en la delegación de Villa de Pozos. Se trata de un proyecto al que se le han ido acumulando fundadas descalificaciones que desde diferentes esquinas se han pronunciado, y que nos advierten que no se eligió el lugar más apropiado para levantar una ciudad de tal envergadura. Sin duda alguna que es visionaria la buena intención del gobernador de los Santos de proveer de un espacio habitacional a tantos potosinos que lo demandan; aunque lo prioritario por ahora debería ser el garantizarles a sus futuros ocupantes que el lugar estará a salvo de cualquier contingencia que ponga en peligro su salud o su vida por la proximidad de esa futura concentración humana con los cerros de tierra cianurizada y piletas de lixiviación de la Minera San Xavier; asegurarles sin ningún titubeo que no existe riesgo alguno de que los polvos y agua contaminados por el cianuro puedan enfermarlos. Que las advertencias de un posible suceso lamentable son cuentos de los grupos ambientalistas que pretenden asustar a la población para ganar simpatías para su causa. Pero que si algún desastre llega a ocurrir, los responsables son los que autorizaron el proyecto, a los que habría que demandar y exigir responsabilidades; empezando por el gobernador de los Santos, el alcalde Jorge Lozano y los demás miembros del cabildo y funcionarios municipales que lo avalen; el titular del Instituto de Vivienda del Estado, Jorge González Hernández, el del Instituto Municipal de Planeación, Eduardo Gómez Domínguez, entre otros destacados miembros de la alta burocracia panista. Pero todavía hay algo más preocupante que la contaminación ambiental que puede ocurrir en ese sitio, y es la falta de agua, es indispensable que se les asegure a todos los futuros colonos que el abastecimiento de agua en esa zona vedada está resuelto; y que tendrán la cantidad y calidad que requiere una ciudad con una población mayor a la que ahora tienen la tercera, cuarta y quinta cabeceras municipales del Estado. Existen muchas dudas sobre este vital tema, como es el estudio técnico del acuífero realizado en el 2005 por el Comité Técnico de Agua Subterránea del Acuífero del Valle de San Luis Potosí, en coordinación con la Comisión Nacional del Agua y la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales, en el que se advierte que el acuífero enfrenta serios problemas de extracción, concentración, aprovechamiento y abastecimiento de agua. Al consumo anual que el magno proyecto requerirá habrá que sumarle el gasto inmoderado de la Minera San Xavier y el de las empresas que se instalen en la superficie del inmueble colindante que se reservó Dintel del Centro. Cuando uno observa a los miles y miles de niños y jóvenes potosinos saliendo apretujados de un estadio de fútbol, recorriendo festivos las instalaciones de la feria o asistiendo a espacios muy concurridos, como pueden ser los espectáculos de música en la Plaza de los Fundadores; analiza preocupado que toda esa gente, además de los miles que actualmente solicitan una vivienda, van a requerir en muy poco tiempo una casa habitación para formar una familia; y pensar que la inmensa mayoría de ellos, si bien les va, sólo podrán adquirir una vivienda de interés social, como las que allí se van a construir, que pagarán mediante un crédito blando durante veinte largos años de su vida. El esquema para la construcción de ese conjunto habitacional se ha experimentado en corto con otros fraccionamientos de muy mala calidad del Gobierno del Estado, como “El Terremoto”. El Gobierno, a través del Instituto de Vivienda del Estado concursa los paquetes de casas entre los constructores potosinos, los que deben cumplir con una serie de requisitos en su construcción. El Gobierno cobra un enganche de diez mil pesos y vende a su costo el terreno; el trabajador obtiene un crédito hipotecario con el Invonavit u otra institución similar; el Gobierno Federal otorga un subsidio que según el Director del Invies será de 60 mil pesos por vivienda; que lo dudo, a lo mejor a lo que se refiere el ingeniero González Hernández es a la suma del valor del terreno subsidiado que se les va a vender a su costo, más al apoyo federal que se consigue en algunos casos para la adquisición de la vivienda, y a las deducciones que el municipio otorga a los adquirentes en el pago de algunas contribuciones. Si los costos de las casas no se elevan por deficiencias administrativas, corrupción, o porque hay que perforar un sinnúmero de pozos hasta extraer el agua que se demanda; los compradores podrán hacerse de un inmueble muy superior al que podrían haber adquirido de cualquier otro constructor por el mismo dinero. Sería una acción delictiva que se iniciaran los trabajos de urbanización y la venta de las primeras casas sin que estuviera resuelto de manera definitiva el problema de abastecimiento de agua. Pero por el momento no se a quién se le ocurriría la genial idea de fundar una ciudad en un terreno sin agua.
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