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"Robó, pero hizo mucho" Segunda y última parte Eduardo Martínez Benavente Marzo 18, 2007.
Cuando se trata de evaluar la obra pública de una persona para premiarla o reprobarla hay que revisar sus principales acciones y destacar también lo positivo y negativo de su conducta personal. Sin duda alguna que en el caso de Carlos Jonguitud lo más sobresaliente y repugnante de su vida pública fue su paso por el magisterio. Fue el fundador de un grupo interno del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, llamado Vanguardia Revolucionaria del Magisterio, desde el cual acaparó numerosos espacios dentro de la estructura sindical, y que le sirvió para tumbar al grupo en el poder y entronizarse como dueño absoluto del Sindicato por muchos años. El presidente Carlos Salinas de Gortari aprovechando una movilización de maestros disidentes que descontentos por sus bajos salarios y las prácticas antidemocráticas del “charrísimo”, obligó a Jonguitud a renunciar a su liderazgo moral, que quedó en manos de una antigua partidaria suya: la pérfida Elba Esther Gordillo, aquella a la que Jonguitud se refirió como “A ver, tráiganme a esa flaca”, cuando la delegada de Netzahualcoyotl, entonces una simple maestra de primaria de 28 años de edad, rebatía sus argumentos en una asamblea del Sindicato celebrada en enero de 1973. De esta manera Salinas se vengaba de la deslealtad del maestro al haber apoyado la candidatura de su acérrimo enemigo Cuauhtémoc Cárdenas, en la elección presidencial de 1988; y haberse pitorreado del tamaño de sus orejas. Así que, aun siendo senador, tuvo que desterrarse para que las represalias en su contra no lo alcanzaran. El escritor y ensayista Carlos Monsivaís en una de sus geniales crónicas dice de él, que “es el cacique, el belicoso representante de la degradación gremial. Encumbrado por métodos gansteriles es, durante 18 años, el caudillo incontestado. Es suyo el sindicato más grande de América Latina, y son suyos los delegados y es suya la dinámica corporativa y son suyos los permisos, las concesiones, las treinta mil plazas de que Vanguardia Revolucionaria dispone para sus favorecedores y amigos, treinta mil leales a carta cabal”. El cacique del SNTE, señala Monsivaís, ve con desprecio el surgimiento de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, la cual sufre la muerte de decenas de sus militantes, como fue el caso del profesor Misael Núñez Acosta. Los maestros disidentes señalan a Elba Esther Gordillo y al propio Jonguitud de ser los únicos interesados en que un suceso así ocurriera. A los asesinos materiales se les permitió fugarse de la cárcel 15 días después de ser sentenciados y siguen prófugos. Los potosinos que tienen memoria recuerdan cómo trató Jonguitud de ahogar a los ayuntamientos administrándoles los recursos de las participaciones federales que les correspondían; y cómo el Doctor Salvador Nava, al frente de la comuna organizó la resistencia para que se las entregara en efectivo y no en obras sobrevaloradas que se ejecutaban de acuerdo a los caprichos e intereses del profesor. La Marcha de las Participaciones logró reunir a miles de ciudadanos que las reclamaban y ni los francotiradores, ni los grupos de choque que tenía parapetados a lo largo de la avenida Carranza lograron amedrentarlos, consiguiendo doblar al gobernador que finalmente cedió a las presiones. Muchos de los constructores de las obras del gobierno y proveedores de bienes y servicios no olvidan el abuso y la voracidad del encargado de administrar los dineros públicos, porque al cobrar tenían que devolver en efectivo hasta un diez por ciento de lo que recibían. Era tal su desprecio por la legalidad y el derecho que no les incomodó que la esposa de Jonguitud, la señora María Guadalupe Rodea García apareciera como vendedora en un contrato de compra venta en la que el Gobierno del Estado, representado por Carlos Jonguitud y J. Refugio Araujo le compraba en 50 millones de pesos la Casa de Gobierno. Esta operación se consignó en escritura pública del 28 de diciembre de 1983; y se inscribió en el Registro Público de la Propiedad. Concientes de su ilícito trataron de ocultar la identidad de la vendedora declarando ante el notario, bajo protesta de decir verdad, que era soltera, y le señalaron un domicilio distinto al de su marido. Era una época en la que nadie se atrevía a cuestionarlo y menos pedirle que rindiera cuentas de su gestión. Los jóvenes de los barrios y colonias populares fueron las principales victimas de la violencia y prepotencia del “Convoy de Sobrevigilancia”, que sin respetar garantías recorría las calles de nuestra ciudad levantando sin motivo alguno a todos los que se le atravesaban. La escolta del gobernador atemorizaba a miles de transeúntes y automovilistas que coincidían transitar cerca de su caravana. El ex gobernador Florencio Salazar, ante la incómoda presencia de Jonguitud, se comprometía en su toma de posesión a terminar con esos operativos. Con los aplausos de la concurrencia sellaba su suerte porque el 1 de enero de 1986, el profesor sería uno de los autores intelectuales que utilizaría al jefe policiaco Julio Ceballos y porros universitarios para reprimir brutalmente a los navistas que protestaban por el fraude electoral cometido en contra de Guillermo Pizzuto Zamanillo. Meses después caía Florencio por este suceso y otras torpezas que acumuló en su breve período como gobernador. Puede ser que lo mejor que le puede pasar a Acción Nacional sea que, en estos momentos, con sus incongruencias y desviaciones de principios doctrinarios toque fondo, otorgándole la presea a Carlos Jonguitud; y que de esta crisis pueda surgir un partido con un grupo de dirigentes distinto al que nos gobierna, con panistas como los que delineó su fundador Manuel Gómez Morín, cuando les instruyó a que nunca transigieran en principios, ni se alinearan con quienes pretenden defraudar la opinión pública. Cualquiera de las propuestas, menos la de Jonguitud merece la presea.
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VISOR DE TRANSPARENCIA 6as Jornadas de Acceso a la Información Pública 2008 Lista obtenida a través de solicitudes de información
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