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Destruyento el futuro Eduardo Martínez Benavente Octubre 28, 2007.
Parafraseando el eslogan de “CONSTRUYENDO EL FUTURO” que utiliza el alcalde Jorge Lozano Armengol para anunciar su obra y promover su imagen, podemos concluir que el panista se empeña en destruir su fama de hombre probo, y acabar con cualquier posibilidad de convertirse en el próximo gobernador del Estado, por los yerros en que ha incurrido y por la conducta indolente que lo caracteriza. Da la sensación que trabaja desganado, fastidiado y con ganas de aventar la chamba. Se ha dado cuenta que administrar los servicios de una ciudad con tantas exigencias y grupos de poder que lo atosigan, no es lo mismo que disfrutar el paraíso terrenal de una cómoda senaduría, generosamente remunerada, y sin mayores responsabilidades que asistir a las sesiones y levantar u ocultar la mano cuando se lo pide su coordinador de bancada. Un candidato que ganó una elección con más de 161 mil votos, cifra jamás alcanzada por ningún otro político en la capital del Estado, era para convertirse de manera natural en el abanderado de su partido a la gubernatura del Estado; por eso nos extrañó que tuvo que recurrir a escenarios falsos, como acarrear a un buen número de menesterosos para que le llenaran el teatro “Carlos Amador” del Parque Tangamanga, con motivo de su primer informe de gobierno. Un gobernante con la aceptación de Jorge Lozano era para que el estadio “Alfonso Lastras” le quedara chico para sus eventos; por lo que podemos deducir que su votación además de atípica, se la inflaron; aunque no tenemos con que demostrar que fue fraudulenta. Nadie duda que el alcalde es un buen hombre, bien intencionado y carismático; que encaja perfectamente bien dentro de los intereses y exigencias de los fraccionadores y otros grupos de empresarios; quienes lo consideran como uno de los suyos; pero mucho de su encanto y reconocimiento se le ha desvanecido. Querer presumir la remozada del pavimento de la avenida Salvador Nava, que apenas inicia, como si se tratara de la construcción de un segundo piso; nos exhibe la pequeñez del alcalde. Por más esfuerzos publicitarios y mensajes que dirija no puede engañar a los miles de usuarios que transitan en esa vía. La causa de tantos accidentes en esa avenida no es por las condiciones en que se encuentra la carpeta asfáltica, sino por la velocidad inmoderada con la que se transita. Hay cientos de calles sin pavimentar o con monumentales baches que no se arreglan. La ciudad está sucia, los jardines descuidados. La inseguridad flagela a los potosinos. No se atreve a cobrarles a los grandes fraccionadores lo que le adeudan, pero eso sí, anuncia un incremento en el predial. Ni siquiera ha tenido la capacidad de iniciar todas las obras que le permitiría realizar la línea de crédito de 300 millones de pesos que se le autorizaron. En fin, es una administración panista con una conducción anodina, que seguramente castigará el electorado en la próxima elección. El punto culminante de su crisis es el ocultamiento del acuerdo de las exenciones tributarias que desde el 6 de febrero pasado le concedió al INVIES, para su proyecto inmobiliario de Ciudad Satélite. Durante 9 meses estuvo engañando a la ciudadanía con el cuento de que se estaba revisando la solicitud de las exenciones y que el cabildo tendría la última palabra. Que caso tenía mentir tanto, durante tanto tiempo. Tan fácil que hubiera sido aclarar que las exenciones no se solicitan; que si están en la Ley se aplican automáticamente en operaciones concretas, con sólo citar su fundamento. Si no proceden, la autoridad calcula y cobra el impuesto. Cuando se analiza el oficio que le concedió la exención de impuestos y derechos al Instituto, se detecta que el alcalde fue mal asesorado; pues se trata de un acuerdo que no está debidamente fundado y motivado, en el que en todo caso debió acreditarse que los inmuebles propiedad del INVIES son bienes de dominio público y están destinados a la prestación de servicios públicos; lo que desde luego no sucede; y tan es así, que ni siquiera el Gobierno del Estado le perdonó los derechos de Registro Público que pagó por inscribir el 29 de agosto pasado, el testimonio de una escritura en la que se fusionaron todas las parcelas que se adquirieron del ejido de “El Panalillo”. Son tan graves las deficiencias del documento que exenta de toda clase de contribuciones al Organismo, que incluye un impuesto que no existe con la denominación que se menciona, me refiero al “Traslado de Dominio”. El alcalde Lozano, y los otros dos funcionarios que suscribieron el documento debieron informarle al solicitante que los adquirentes de estas viviendas de interés social ya gozan de deducciones muy importantes; y que no es posible favorecer con una exención total a contribuyentes que si hubieran comprado la misma casa a cualquier otro vendedor, pagarían sus impuestos. Ante el conflicto que ha originado esta condonación, y para intentar resarcir la deteriorada imagen del alcalde, es posible que el INVIES renuncie a esta prebenda y pague sus contribuciones; pues sabe que el Municipio se los tendrá que reintegrar con los servicios públicos que está obligado a prestar. Lo peor que pueden seguir haciendo es sostener la legalidad de las exenciones. La escritura en la que se hizo constar la fusión de varios predios del ejido “El Panalillo”, que suman más de 684 hectáreas nos permitió enterarnos que el Gobierno del Estado, a través de INVIES, pagó en una segunda operación de compra venta a la empresa Dintel del Centro, celebrada el 23 de enero pasado, más de 133 millones de pesos, ahora sin fondos ni apoyos federales. Se trata de una superficie de 354 hectáreas, que venden los empresarios chihuahuenses a 40 pesos el metro cuadrado; las mismas que adquirieron hace dos años a 9 pesos el metro. Sería muy ilustrativo que su director, Jorge González Hernández nos explique cómo se le hace para que un grupo de especuladores con información privilegiada puede ganar tanto dinero en tan poco tiempo y sin fatigarse.
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