Se va el equipo, pero se quedan las mentiras

Por EDUARDO MARTÍNEZ BENAVENTE

Para los potosinos que no somos aficionados al futbol nos tiene sin cuidado si se va o se queda el equipo de primera división de San Luis, esto último, siempre y cuando no nos cueste un centavo a los contribuyentes; para los que les apasiona este deporte y les sirve de desfogue y entretenimiento o para los que de alguna manera hacen negocios alrededor de esta actividad, debe ser penoso y triste su inminente desaparición; para Jacobo Payán, dueño del estadio “Alfonso Lastras”, debe ser especialmente preocupanteque su monumental y oneroso edificio deje de utilizarse para lo que fue construido y se convierta en otro de sus improductivos inmuebles, por lo que no me extrañaría que el ex candidato a la alcaldía fuera el instigador de los reclamos de los hinchas que sonora y ordenadamente -hasta ahora- se manifiestan en el centro histórico de la ciudad exigiéndole al gobernador que suelte la lana que demanda el chantajista dueño del equipo para que no se lo lleve; y para los dueños y usuarios de los palcos que gastaron más de un millón de pesos en su adquisición y acondicionamiento, y que seguramente se resistirán a seguir pagando las cuotas de mantenimiento, debe ser decepcionante que en lo futuro sólo les sirva –si acaso- para presenciar espectáculos menores y los mítines de cierre de campaña de los candidatos que tienen la capacidad económica para acarrear a miles de electores a sus eventos.

Para el doctor Fernando Toranzo la pérdida del Club “no es un tema de Estado”, pero se le está convirtiendo en un asunto que puede desestabilizar su gobierno porque es preferible que estas multitudes descarguen su coraje y frustraciones en el anonimato de un porra contra el árbitro y jugadores que contra las autoridades, aunque creo que lo que quiso decir es que el futbol no es un gasto prioritario para su administración y que no cuenta con recursos presupuestales para ese objetivo. De cualquier manera es una decisión valiente y congruente que apoyamos y aplaudimos porque un estado como el nuestro, con las carencias y rezagos que le caracterizan, no se puede dar esta clase de lujos; aunque también es un fracaso más de su gestoría y relaciones que comparte con el presidente municipal Mario García Valdez porque no lograron convencer a los empresarios potosinos a que apoyaran económicamente al equipo como públicamente lo habían anunciado.

La tacañería empresarial y los pretextos absurdos que argumentaron para negar el apoyo, así como el interés que demostraron para intervenir en los asuntos internos del club fueron causas suficientes para que los Reales abandonaran territorio potosino. Algunas de las empresas de la zona industrial de la capital, como una prestación, podrían regalar las entradas al estadio para que asistan sus trabajadores y familias a los juegos de futbol. De esta manera se garantizaría la venta del boletaje a los 17 juegos que se celebran cada año en esta plaza y se pagarían unos 100 pesos de promedio por entrada. Se llenaría el estadio que tiene una capacidad aproximada de 30 mil espectadores y el club obtendría un ingreso superior a los 50 millones de pesos. Sólo en el 2006, el gobierno de Marcelo de los Santos aportó recursos públicos a Televisa, la dueña del equipo, por 54 millones de pesos que sus directivos gastaron libremente y sin control gubernamental.

El Contralor General y el Auditor Superior del Estado nunca investigaron si eran ciertos los señalamientos que proliferaban en el sentido de que se desviaron cantidades importantes de dinero destinadas a fomentar el deporte. Hay información fidedigna en el sentido de que Emilio Azcárraga envió a sus auditores a revisar la contabilidad de su equipo pues se detectó que sus administradores inflaron la nómina de los jugadores y presentaron facturas con gastos que no pudieron justificar. Este fraude no nos interesaría si se tratara de un asunto en el que no estuviera de por medio el erario público, pero si se malversó el dinero de los potosinos, entonces es un asunto de interés público que nos afecta, y por lo tanto se debía resarcir el daño y castigar a los infractores. No se hizo nada.

Eran tan confusas y oscuras las aportaciones que realizaba el gobierno del Estado que la  Secretaría Particular del gobernador, el Instituto Potosino del Deporte y la Secretaría de Finanzas negaron tener el convenio que celebró el gobierno estatal con el Club de Fútbol o con cualquier otra empresa relacionada con el equipo; y como el “ratón loco”, nos traían de oficina en oficina buscando el documento. Así de leonino debía estar el clausulado que no se atrevieron a mostrar. Cuando Televisa advirtió que al doctor Toranzo no le iban a sacar un peso de la bolsa, vendió el equipo y se fue. El canal de las estrellas o, más bien, del presidente de la República en turno, vetó al gobernador para siempre. No existe ni para bien ni para mal en esa pantalla. Sólo recuerdo algunas breves apariciones del mandatario cuando San Luis salta a la opinión pública nacional por algún suceso negativo o delictivo como la agresión que sufrieron dos agentes del Servicio de Inmigración y Control de Adunas de Estados Unidos (ICE por sus siglas en inglés), en la que uno de ellos, de una manera que no ha sido satisfactoriamente aclarada, perdió la vida colocando a San Luis Potosí en un penoso plano de relevancia informativa por la atención desproporcionada que se le dio a este asunto; o la balacera que ocurrió hace poco en las proximidades del Tec de Monterrey.

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