El que sirve a dos amos

Por Eduardo Martínez Benavente

No sabemos qué tan cerca está el ex diputado Jesús Ramírez Stabros de los afectos y confianza del presidente Enrique Peña Nieto, cuál es exactamente su función en la Oficina de la Presidencia y qué grado de cercanía e influencia tiene con los hombres que detentan el poder en ese círculo. Sabemos que presume de su relación y amistad con el coordinador de la bancada priista en el Senado, Emilio Gamboa, quien como a muchos otros provincianos les hace creer que tiene el poder político para promoverlos a cualquier cargo de elección popular, y en su caso a la gubernatura del estado. Algunos considerábamos que su presencia en Palacio Nacional era más decorativa que operativa y que respondía a una gracia o recomendación de su padrino para seguir viviendo del presupuesto, hasta que este jueves nos enteramos a través de Pulso y del diario digital «Sin Embargo», que su posición es equiparable a la de un subsecretario de estado y que desempeña dos chambas al mismo tiempo que por su naturaleza son incompatibles, pues además de ser el coordinador de Vinculación de esa Oficina con las Cámaras de Senadores y Diputados, es también miembro del Consejo de Administración de Iberdrola, una empresa de nacionalidad española que ha incursionado en el país en negocios relacionados con la producción y comercialización de electricidad y que ahora, con la reforma constitucional, se apunta en la repartición del gran pastel de los energéticos. Para entrar a esa rebatiña y poder competir con las otras transnacionales interesadas en el negocio se requiere de relaciones e información privilegiada, que sin duda alguna fueron los atributos que los españoles le vieron para invitarlo a ocupar una posición de relevancia en esa empresa.

El coordinador presidencial ha incurrido en un delicado conflicto de intereses que en cualquier país democrático conllevaría graves consecuencias, pues los funcionarios están obligados a salvaguardar la imparcialidad, legalidad y lealtad en el desempeño de su cargo. El artículo 47 de la Ley Federal de Responsabilidades de los Servidores Públicos les prohíbe expresamente desempeñar cualquier otro empleo, cargo o comisión oficial o particular, con excepción de la docencia, y ésta siempre que no se empalme con las horas de oficina, y su incumplimiento da lugar a un proceso de responsabilidad administrativa y a las sanciones que corresponden. Es muy común que los empresarios que proyectan invertir en el país se valgan de cabilderos para incursionar en las oficinas públicas, y más los extranjeros que no entienden la idiosincrasia mexicana. Por eso, por todas partes proliferan gestores o «coyotes» que como él ocupan puestos similares o más importantes para auxiliar a sus clientes. Son los encargados de amenazar, charolear y corromper al que se le ponga enfrente con tal de conseguir sus objetivos. Sabemos que el piloto aviador no será sancionado, cuando mucho, por su torpeza y doble juego, queda eliminado de la lista de aspirantes para representar a su partido en la próxima contienda electoral por la gubernatura del estado, pues sería un candidato muy vulnerable y con todas las de perder.

No basta con presentar una carta de renuncia al presidente del Consejo de Administración que data del 6 de junio pasado para zafarse del compromiso que tiene con Iberdrola y en la que ni siquiera consta la fecha de recepción, pues mientras que la Asamblea de Accionistas no se reúna y acepte su dimisión, sigue vigente su nombramiento, independientemente de que tiene la obligación de rendir cuentas de su gestión. Los españoles tendrán que revelar ahora cuánto le pagaron y aclarar si se incorporó a la empresa como consejero desde 5 de julio de 2013, en plena efervescencia reformadora, como aparece en la página web de Iberdrola, o si sus servicios se iniciaron en el 2009, como trata de justificarse Ramírez Stabros.

El 3 veces ex legislador nunca ha destacado por su inteligencia y cultura, como lo pudimos constatar los potosinos cuando pasó -sin pena ni gloria- por el Congreso del Estado. De su desempeño como diputado federal, en la última ocasión que ocupó un escaño, destaca su record de 145 ausencias en el momento de emitir su voto. Desaparecía, se perdía, se distraía, o iba al baño, el caso es que no votaba. Sus iniciativas versaron principalmente sobre temas intrascendentes de aeronáutica civil. Sin embargo, habrá que reconocer que su fortaleza radica en el carisma y relaciones públicas que quienes lo conocen saben valorar.

En el 2009, cuando contendió en la elección interna del PRI por la gubernatura del estado, denunció que el todavía gobernador Marcelo de los Santos intervino con el aparato gubernamental para hacer ganar a Toranzo. No creo que el apoyo se haya dado pues el contador estaba molesto porque se percató de que él no era el padrino e impulsor de esa candidatura. Nadie le quitó de la cabeza que Horacio Sánchez Unzueta había sido el que lo alentó a participar y se había convertido en su asesor y guía. Como era previsible, todos los contendientes hicieron trampas en esa la elección. Los resultados que reportaron las actas no eran creíbles, eran atípicos, y no tenían lógica alguna. Toranzo se dejó querer y sus operadores fueron más hábiles para atascar de votos las urnas que sus oponentes. No supo ni cómo, pero ganó. El ex líder sindical del gremio de los pilotos dispuso para ese evento de las estructuras del partido que controlaban sus principales impulsores, Adolfo Micalco y Aurelio Gancedo. De Stabros muy poco se podía decir entonces, además de su desarraigo e inmadurez para gobernar al estado. Su principal mérito era que a pocos o a ninguno había agraviado porque desde hacía muchos años no había convivido con los potosinos. Ahora, con esta revelación, se ha convertido en un personaje penosamente conocido por todos.

No dudo que sus aspiraciones para convertirse en el candidato del PRI a la gubernatura hayan sido verdaderas. Sería la segunda ocasión que lo intentara, pues sabe que no hay ningún aspirante que destaque o les lleve la delantera. Todos los que se han apuntado son de tan bajo perfil que cualquiera puede ser el candidato, por lo que no me extrañaría que el presidente invite a un tercero, sin antecedentes políticos, que les arrebate el pastel.

 

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