Para distraer al pueblo

Por Eduardo Martínez Benavente

El ceremonial que interpretan las casas reales europeas con sus célebres invitados producen una gran fascinación entre la mayoría de las personas, y los mexicanos no somos la excepción. Los escándalos y eventos sociales de los miembros de la nobleza son materia de atención universal. El glamour y la historia que los rodea es seductor. Y los ingleses -hay que reconocerlo- son los más diestros en estas tareas. No sabemos si todavía pesa sobre nosotros algún remanente de aquel «Derecho Divino de los Reyes», que por siglos nos inculcaron, en el que el monarca sólo era responsable ante él y sólo debía responder por sus acciones ante Dios. Los poderes de la monarquía inglesa siguen siendo muy amplios, pero ni remotamente absolutos. La constitución no codificada del Reino Unido establece que el poder político es ejercido en última instancia por el Parlamento. Las cadenas de televisión del país con cobertura nacional, así como el resto de la prensa se encargaron de difundir todos los pormenores de la visita de estado que esta semana realizó la familia presidencial que calificaron como un evento único y exitoso. Su principal cometido era distraer la atención nacional de los problemas que en verdad nos deben preocupar a los mexicanos. Mientras tanto, los homicidios, los robos, los secuestros y las extorsiones siguen ocurriendo en todas partes. La visita presidencial y las aprehensiones de dos importantes delincuentes que pronto serán sustituidos por otros de igual o peor calaña han relegado la crisis económica y las violaciones graves a los derechos humanos a un plano irrelevante. Es el momento de valorar la popularidad del presidente Peña Nieto que en el mes de febrero cayó por debajo de los 25 puntos porcentuales. Sólo así sabremos cuántos ciudadanos se dejaron manipular por estas acciones de distracción que sólo buscan desmovilizar la protesta ciudadana y desarticular la presión internacional.

Al parejo de la reina más longeva y rica del mundo, Peña Nieto se atrevió a romper las normas protocolarias que prohíben establecer contacto físico con ella y la tomó del brazo como galán de telenovela para ayudarla a subirse a la carroza real. Nada comparable con el intento del presidente venezolano Hugo Chávez, que en un arranque de familiaridad caribeña quiso abrazar a la reina de Inglaterra y probablemente besar, quien hábilmente guardó su distancia y se echó uno o dos pasos atrás para evitar que el mastodonte la aplastara. Las normas de los actos públicos establecen que la única manera como un plebeyo puede tener contacto con cualquier miembro de la realeza británica, es para que le tienda la mano, y en este caso el movimiento debe ser rápido y leve. Son banalidades y pecata minuta pero cuentan en una visita en la que a los ingleses sólo les interesa que el gobierno mexicano les garantice los mejores sitios y condiciones para extraer y comercializar nuestro petróleo. Como también apreciamos no haberlo escuchado hablar en su balbuciente inglés. Finalmente entendió que lo que natura no da, en su caso, ni Cambridge presta.

Se trata de la segunda aparición en público de la señora Angélica Rivera que estuvo «guardada» durante varios meses después del escándalo que protagonizó con motivo de la adquisición de la residencia de Las Lomas de Chapultepec y su inadmisible justificación. En su paseo por la pérfida Albión fueron acompañados de una numerosa comitiva, cuyo número exacto e identidades no se ha dado a conocer, pero se calcula en más de 200 personas, entre familiares, funcionarios, empresarios, periodistas, sirvientes y guaruras que viajaron a Europa con todo pagado por el erario público. El costo del derroche presidencial tampoco lo han dado a conocer, y si algún día sueltan alguna cifra, estoy seguro que no incluirá todos los gastos que realizaron. El diario Reforma revela que sólo dos de los vestidos que lució la ex actriz en las cenas de gala, un Valentino y un Alexander Mc Queen tuvieron un costo de más de 100 mil pesos. No sabemos si el traje de etiqueta que le enfundaron a Miguel Barbosa, el desaliñado perredista que preside la mesa directiva de la Cámara de Senadores, corrió también por cuenta de los contribuyentes. Por poco les toca estrenar el nuevo avión presidencial que ya en México lo tuvieron que regresar a los talleres en el que lo ensamblaron para adaptarle un sofisticado sistema de seguridad fabricado por un equipo de técnicos israelíes. Es un Boeing 787 Dreamliner que está considerado como un palacio volante con un valor de 580 millones de dólares. Algo así como 8 mil 700 millones de pesos para que las sentaderas del presidente y su séquito de gorrones descansen cómodas y seguras.

Al mismo tiempo, en Uruguay, José Mujica en un ceremonia popular y republicana celebrada en la Plaza de la Independencia dejaba la presidencia en medio del reconocimiento y cariño de la mayoría de su pueblo, así como de millones de personas alrededor del mundo que admiramos su austeridad y congruencia. Terminaba su segundo y último período. Mujica liderará en el Parlamento la bancada del Movimiento de Participación Popular, una coalición que reúne un amplio espectro de partidos y grupos de izquierda, que lo llevó a él y a su sucesor a ocupar la silla presidencial. El ex guerrillero será recordado por sus ideas y proyectos. Vale la pena reproducir algunos de los fragmentos de su última intervención: [Seguimos vivos] mucho más humildes y republicanos porque nos quedó incrustado que nadie es más que nadie”. Sobrios, sin ser ascetas, livianos de equipaje para tener la mayor cantidad de tiempo libre y volcarlo socialmente”. Al cabo de tanto trajín supimos que la lucha que se pierde es la que se abandona pero también, querido pueblo, saber que no hay ningún final sino el camino mismo”. Querido pueblo, gracias por tus abrazos, gracias por tus críticas, por tu cariño y sobre todo por tu hondo compañerismo cada una de las veces que me sentí solo en el medio de la presidencia”. Si tuviera dos vidas, las gastaría enteras para ayudar a tus luchas”. No me voy, estoy llegando. Me iré con el último aliento y donde esté, estaré por ti. Estaré contigo».

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