Cuando el derecho a saber no es suficiente

Crónicas de Transparencia

Samuel Bonilla Núñez
Coordinador de Programa Transparencia para Tod@s.
26 de enero de 2022. ethoscom@yahoo.com

Las necesidades y problemas no se solucionan sólo con obtener información pública, salvo excepciones; se requieren acciones adicionales al uso efectivo del derecho de acceso a la información pública (DAIP) para avanzar hacia su solución.

Este artículo tiene el propósito de aportar sugerencias orientadoras tanto a quienes utilicen este derecho con la intensión de solucionar algún problema o satisfacer una necesidad, como a agentes socializadores de su aprovechamiento.

Revisemos primero las categorías de casos de éxito con el uso del derecho de acceso a la información pública, es decir las formas que advertimos en las que puede ser aprovechado este derecho. Definimos caso de éxito en DAIP a aquella experiencia de uso de este derecho que contribuye a generar un beneficio para la persona usuaria o para terceras, sin importar su magnitud, relevancia o impacto.

En el Programa Transparencia para Tod@s, gracias al trabajo de casi 19 años de asesoría y formación de cientos de personas usuarias del DAIP con enfoque en su aprovechamiento, y al estudio de sus experiencias con el uso de este derecho, en el que analizamos etapas y factores de casos de éxito y de fracaso, hemos identificado patrones predominantes que han resultado de utilidad para quienes se inician en la tarea de producir aprovechamientos a partir de su uso.

De acuerdo con las características específicas de los casos de éxito los hemos clasificado en tres categorías. Aunque en algunas de ellas hemos encontrado derivaciones o variantes secundarias, describiremos en esta ocasión sólo los tres tipos centrales de aprovechamientos y las etapas del tercero de ellos por ser el tema de este artículo.

Categoría 1. Función cognitiva del DAIP. El conocimiento y comprensión de la información obtenida representa el beneficio que se pretende. Una vez satisfecho el acceso y la comprensión de la información que se desea conocer se cumple la función cognitiva del DAIP, que es la esencia del derecho a saber.

Encuadran aquí los casos más básicos del aprovechamiento de este derecho. Por ejemplo, quienes sólo desean saber algo concreto: el costo de determinada obra o actividad pública, el monto de los recursos económicos otorgados a los partidos políticos en cierto período, los criterios en que se basó determinada acción de gobierno, etcétera.

Algunos casos de éxito de categoría 1 pueden, con las condiciones que veremos en las etapas de la categoría 3, “escalar” y alcanzar esa tercera categoría. Esta es una gran área de oportunidad en las tareas de agentes socializadores del aprovechamiento de este derecho porque permitiría incrementar, en términos cualitativos, los beneficios que se produzcan.

Categoría 2. Efecto reactivo. El efecto producido por la solicitud de información genera o contribuye a lograr el objetivo pretendido u otros beneficios. La respuesta formal a la solicitud resulta secundaria, complementaria o irrelevante.

En esta categoría el beneficio no está asociado a la información que se reciba de parte de los sujetos obligados. Es más, los beneficios pueden ocurrir aun sin respuesta a la solicitud de información. Es la reacción del sujeto obligado la que genera una “respuesta” en especie, de bulto, en los hechos, la cual detona acciones que benefician a quien solicitó la información o a terceras personas.

Este tipo de resultados sólo pueden llegar a ocurrir usando el DAIP en la modalidad de solicitudes de información dado que es una vía para hacer del conocimiento de los sujetos obligados (entidades que deben cumplir con la ley de transparencia) la existencia de determinados problemas o necesidades, por ejemplo, en materia de servicios públicos.

La experiencia muestra que este tipo de casos de éxito –que no son muy frecuentes, pero sí rápidos y muy gratificantes– ocurren principalmente en el ámbito local, en particular en la esfera municipal. Las personas protagonistas de este tipo de casos de éxito quedan sorprendidas, cautivadas y agradecidas por los resultados de este efecto imprevisto, inesperado, de sus solicitudes de información.

Categoría 3. Función instrumental del DAIP. Para la solución de problemas o necesidades no cognitivas la obtención de información (el derecho a saber) no es suficiente, es necesario darle a esa información la aplicación o aplicaciones adecuadas para lograr el beneficio que se persigue. Y esas aplicaciones se determinan en función de la naturaleza del asunto en el que se desea incidir de manera favorable, son casuísticas.

Pero debido a que las aplicaciones de la información, dependiendo de la necesidad o problema que se desea atender, no siempre son obvias para todas las personas es que surgen preguntas como: “¿y ahora qué sigue?, ¿qué debo hacer? Ya ejercí el DAIP y el problema sigue ahí”. Y es que, el derecho a saber no es suficiente en estos casos, se necesita, como decían las abuelas, “el remedio y el trapito”.

Aún peor, no es infrecuente que la información obtenida a través del DAIP acerca de un problema o necesidad nos revele o confirme un estado de cosas desagradable, adverso o irritante que puede desalentarnos si no disponemos de la paciencia y perseverancia necesarias para seguir adelante, en particular cuando nos habían vendido la idea de que utilizando este derecho solucionaríamos determinados problemas, pero nunca nos explicaron las etapas posteriores que había que seguir y cómo hacerlo, porque no las conocían o consideraban, sólo repetían el discurso dominante. Autogol.

Es por eso por lo que hay que evitar simplificaciones de la utilidad de este derecho en su vertiente instrumental, que rayan en la irresponsabilidad o el desconocimiento de las necesarias etapas ulteriores a su uso efectivo. Es necesario ofrecer, al menos, un panorama somero del proceso requerido para no alentar falsas expectativas que deriven en decepciones.

Pero, más relevante aún sería que, si se pretende desplegar a fondo la socialización para el aprovechamiento del DAIP, los organismos garantes tuviesen la visión, la sensibilidad y la voluntad para emprender estrategias –por ejemplo, como El Buró (ver artículo De los límites a los alcances del derecho de acceso a la información pública, versión 2021)– que contribuyan a que más personas puedan lograr los resultados que pretenden por la vía instrumental de este derecho; y que no sean víctimas de lo que hemos denominado el río de cocodrilos por insuficiencia de capacidades o recursos.

O, además, mucho mejor, procesos permanentes de desarrollo de capacidades para el aprovechamiento del derecho de acceso a la información pública, que no sólo consideren su uso eficiente sino también el tránsito en las etapas posteriores. Teniendo presente que ejercer el DAIP no significa, necesariamente, aprovecharlo.

Sin embargo, si no percibimos ni tomamos conciencia, o no le damos importancia a los retos que representa para la generalidad de las personas el tránsito exitoso por el río de cocodrilos –ir desde un problema hasta su solución con el auxilio del DAIP– no podremos advertir la necesidad ni la pertinencia de emprender las estrategias referidas, y seguiremos, por paradójico que resulte, limitando por inacción los aprovechamientos de este derecho. Costosísimo autogol social continuo y, hasta ahora, inadvertido.

En el contexto de la categoría 3 el uso efectivo del derecho de acceso a la información pública carece de todo sentido si no somos capaces de eslabonarlo adecuadamente al derecho o beneficio ulterior que pretendemos gozar.

Por el contrario, la función instrumental del DAIP eleva su potencial si disponemos de las capacidades, la asesoría o la gestoría calificada respecto a la comprensión, valoración y utilización de la información obtenida como insumo estratégico –en acciones, trámites o procedimientos– para la exigibilidad y disfrute de otros derechos o el alcance de determinados beneficios. Darle valor social a la información.

Si bien esta categoría es, por lo general, la más compleja de las tres referidas, porque demanda capacidades y acciones adicionales al uso efectivo del DAIP, suele ser en la que se producen los casos de éxito más significativos.

CRUZAR EL RÍO DE COCODRILOS

¿Qué suele demandar el uso exitoso de la vertiente instrumental del DAIP? Tiempo, en ocasiones meses o años; paciencia y perseverancia, en ocasiones múltiples solicitudes de información –hay casos en que ha sido necesario generar docenas, cientos o miles de solicitudes–; y conocimientos o asesoría calificada en el tema del asunto de que se trate.

Es un camino que, por lo general, según la naturaleza y complejidad de la necesidad o problema que se desea resolver, no es corto, ni sencillo, ni de resultados rápidos, y en ocasiones ni gratuitos. Aunque también hay casos relativamente simples que en pocas semanas se concluyen de forma satisfactoria.

La primera parte de este camino consiste en el uso efectivo del derecho de acceso a la información pública, sea mediante la información pública de oficio (publicada en internet) o por solicitudes de información. Se trata de un proceso de varias etapas en el que cada una presenta retos que, para algunas personas, según sus capacidades y recursos, son pasos sencillos, pero para otras representan barreras que les impiden seguir adelante. Veamos.

El primer paso en el uso instrumental del DAIP es determinar el elemento detonador. Es decir, identificar con la mayor claridad y precisión posible el asunto en el que queremos incidir de manera favorable para generar un beneficio personal, grupal o comunitario.

El siguiente paso es fundamental, pero no fácil de cumplir para cualquier persona debido al desconocimiento general de la amplísima diversidad de la utilidad social del DAIP. Se trata de ser capaces de visibilizar la posible vinculación que a través de información puede haber entre el elemento detonador y su solución o satisfacción. Desde aquí inicia el río de cocodrilos.

Ese paso no siempre resulta sencillo. Mientras más complejo sea el problema o necesidad a resolver se requieren de conocimientos más específicos o especializados que permitan saber, o al menos intuir, que con determinada información se podrá avanzar hacia el resultado que se pretende o alcanzarlo. Se trata de traducir el problema y la posibilidad de solución a términos de necesidades informativas.

¿Se puede vincular el problema o necesidad con su solución gracias a determinada información? ¿Cómo, de qué manera? ¿Con cuál información?

Si no se logra dar ese paso esencial no se podrá apreciar el sentido de usar el DAIP, que es justo la situación en que se encuentra la mayoría de la población por la imperceptibilidad de la utilidad de este derecho para atender problemas o necesidades de su particular contexto social.

Por lo anterior es que antes de hablar a la sociedad de los procedimientos del DAIP, de exhortarlo a hacer uso de la Plataforma Nacional de Transparencia, de la autonomía y función de sus organismos garantes, de los millones de solicitudes realizadas, etcétera, se debe iniciar por la sensibilización de la población respecto a la amplísima utilidad social de este derecho.

Y el recurso esencial para avanzar en ese sentido son los casos de éxito, que constituyen el contenido didáctico de mayor poder persuasivo en este campo, en particular aquellos que corresponden al contexto social del segmento poblacional o público meta al que nos dirigimos.

Una vez lograda esa sensibilización o, al menos, poder visibilizar la vinculación de la posible solución del problema con determinada información, se habrá logrado un avance cualitativo y resultará fácil comprender la pertinencia del uso de este derecho (o en algunos casos del acceso a nuestra información personal) para allegarnos de la información necesaria. Porque la llave no es el DAIP, sino la información específica necesaria para atender de manera adecuada el asunto de nuestro interés y, además, hay que saber cómo utilizarla. El DAIP es la cerrajería.

En esta etapa surgen nuevas preguntas: ¿Quién posee esa información o dónde se encuentra? ¿Cómo se puede localizar o cómo se solicita? ¿Cómo se utiliza el derecho de acceso a la información pública?

Para asuntos complejos, como un añejo problema social, es común que se tenga que avanzar de manera gradual en la obtención de información, a veces de diversas instituciones o instancias para conocer y comprender lo mejor posible el contexto específico del asunto en cuestión, en particular sus aspectos legales e implicaciones sociales o políticas, según el asunto de qué se trate.

Hay que considerar que no es infrecuente que la información que se necesita no esté disponible en internet o que en las respuestas a solicitudes se notifique que se trata de información reservada, confidencial o inexistente, o en ocasiones no hay respuesta.

En esos casos el proceso se alarga y dificulta porque hay que activar procedimientos de defensa del derecho de acceso a la información pública que no todas las personas están dispuestas a realizar por desgaste, temor, desconocimiento o desconfianza, entre otras razones. Se trata de diversas barreras, de diferente naturaleza, que detienen a personas usuarias del DAIP en su intento de obtener beneficios con el auxilio de este derecho.

POST DAIP, LAS ETAPAS MÁS DESAFIANTES DEL RÍO

Quienes logran salvar esa etapa y obtienen finalmente la información que deseaban habrán concluido de manera satisfactoria el uso DAIP, y es justo entonces que se encontrarán en la parte más desafiante del río de cocodrilos.

Dependen de sus capacidades y recursos para: 1) comprender la información obtenida (transformar datos en información e información en conocimiento), 2) identificar su potencial con relación al resultado que se pretende, 3) saber cuál o cuáles son las aplicaciones pertinentes que es necesario dar a la información, 4) ante cuáles instancias o medios y bajo cuáles procedimientos, y 5) estar en condiciones de hacerlo y de darle el seguimiento necesario.

No es poca cosa. Esta zona registra muchos damnificados, víctimas del río de cocodrilos y decepcionados de la idea simplista que les vendieron del DAIP.

Se trata de un momento crítico en el que es alta la probabilidad de abandonar el intento de solucionar el problema o necesidad al encontrarse las personas ante escenarios desconocidos o que superan sus capacidades. La buena noticia es que utilizaron el DAIP de forma efectiva; la mala, es que el problema o necesidad que buscaban solucionar sigue intacto.

En su vertiente instrumental el derecho de acceso a la información pública no soluciona problemas. Los soluciona el uso adecuado de la información obtenida, y eso requiere determinadas capacidades.

Hay casos en que ese uso adecuado es obvio o relativamente simple, como en algunas investigaciones (periodísticas, académicas, escolares, literarias, etcétera); pero en un gran número de problemas sociales no es así, en particular si no se poseen las capacidades o recursos necesarios según demande cada asunto específico.

Este puede ser el momento más difícil para quien intente solucionar un problema o satisfacer una necesidad, dependiendo de su complejidad. Y es también el momento en que una persona usuaria del DAIP se puede encontrar más necesitada de orientación o asesoría calificada, y más sola.

Pero no hay que permitir que haya personas que se decepcionen del uso del DAIP por quedarse atrapadas en los retos que hemos mencionado. Para cada barrera debe haber una solución. Y es tarea de las entidades promotoras de la socialización para el aprovechamiento de este derecho, los organismos garantes, generar estrategias de solución.

En tanto eso ocurre aportemos aquí algunas sugerencias para quienes se encuentren en la encrucijada que hemos descrito.

En sentido figurado ya tenemos la llave en bruto (la información). Ahora, es necesario delinearla, formarle los “dientes”, acorde a la cerradura del problema o necesidad a resolver, y utilizarla con éxito. Buen reto.

Conviene identificar con precisión cuál es o cuáles son las barreras que nos están impidiendo avanzar:

  1. ¿No comprendemos la información obtenida a través del DAIP?
  2. ¿No identificamos cuál es su potencial con relación al resultado que pretendemos?
  3. ¿Desconocemos cuál o cuáles son las aplicaciones adecuadas que es necesario dar a la información?
  4. ¿No sabemos ante cuáles instancias o medios y bajo cuáles procedimientos aplicar la información?
  5. ¿No estamos en condiciones de hacer esos procedimientos y de darles el seguimiento que requieren?
  6. U otras barreras que pudiéramos tener en esta etapa.

El primer paso es poder comprender la información obtenida porque nos permitirá profundizar nuestro conocimiento en el contexto del asunto de nuestro interés, lo cual ampliará nuestra visión respecto a las posibles alternativas de solución. Y este paso lo podremos dar consiguiendo orientación o asesoría calificada en el tema de ese asunto. Si ese apoyo no lo tenemos a la mano, con un familiar, colega o recomendado, busquémoslo en una institución de educación superior, por ejemplo, en una universidad pública.

Los procesos grupales (talleres o seminarios) de desarrollo de capacidades para el aprovechamiento del DAIP son espacios adecuados para que sus integrantes se orienten y auxilien para superar algunas o todas las barreras referidas. En particular cuando la composición del grupo cuenta con personas de distintos perfiles profesionales o campos de experiencia. Esta función de autoayuda, a veces con intervenciones externas, es parte de lo que llamamos incubadora de casos de éxito, y ha logrado su cometido en varias ocasiones.

Gracias al estudio de casos del aprovechamiento del DAIP y al trabajo de asesoría en cientos de ejercicios de diversa naturaleza en su vertiente instrumental, hemos podido identificar aplicaciones de la información que pueden ser de ayuda (ver esquema abajo), las cuales describiremos con circunstancias, ejemplos y resultados en otro artículo.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *