¿Petróleo en San Luis?
Por Eduardo Martínez Benavente
La economía no repunta, ni siquiera con el espectacular anuncio que acaba de lanzar el secretario de Hacienda y Crédito Público que prevé una inversión federal en infraestructura para lo que queda del sexenio de 7.7 billones de pesos en los distintos planes y proyectos que se dan a conocer en el Plan Nacional de Infraestructura (PNI), y en el que a San Luis Potosí le corresponde una suma difícil de precisar, no obstante que el gobernador del estado -que parece no tener idea de las finanzas públicas- la calcula en unos 35 mil millones de pesos que son los que están expresamente etiquetados, pues no considera las inversiones en las que según el documento participa conjuntamente con el resto de las entidades en una bolsa de dos billones 870 mil millones de pesos destinados al desarrollo de esquemas de financiamiento para la adquisición de nuevas viviendas y apoyos crediticios a trabajadores del sector formal; ni los asignados a programas nacionales de remodelación, construcción y mantenimiento de unidades médicas; así como los recursos dirigidos a actividades turísticas; hidráulicas; y telecomunicaciones y transporte, como el proyecto México Conectado que ofrecerá banda ancha en sitios públicos como escuelas, hospitales, plazas y parques; la instalación de la Red Compartida de Fibra Óptica; paquetes de señalamientos urbanos y el programa nacional de caminos rurales, entre otros muchos.
Habrá que solicitar mayor información para valorar la importancia de cada una de las inversiones y el detalle de las obras y acciones programadas para la entidad. Nuestro estado congrega al 2.3% de la población nacional y aportó en el 2013 el 1.9% del Producto Interno Bruto (PIB); de tal manera que, de la inversión billonaria, si se repartiera proporcionalmente entre todas las entidades nos tocarían algo así como 177 mil millones de pesos. La deuda del sector público federal se ha convertido en una bomba de tiempo, y ya es mayor al monto de la inversión programada, pues asciende a la suma de 8 billones 633 mil millones de pesos. Su crecimiento exponencial ha servido principalmente para el cubrir los sobregiros del gobierno y no a inversiones públicas productivas.
Es tal la desconfianza de la población en la política económica del gobierno, tal el descontento por las medidas tributarias impuestas que ni con el monto histórico de las inversiones anunciadas se logró mover a la alza el índice de precios y cotizaciones de la Bolsa Mexicana de Valores. Un buen indicador del pesimismo de la clase pudiente. Es más, el anuncio pasó casi inadvertido.
Los planes y proyectos programados para San Luis Potosí deben revisarse. No creo que sean los mejores. Algunos nacieron al calor de los compromisos de la campaña presidencial de Peña Nieto para obtener el voto ciudadano. Por ejemplo, es preferible destinar los 480 millones de pesos presupuestados para el distrito de riego Pujal-Coy en la rehabilitación de vialidades, alumbrado, seguridad pública y transporte de la zona industrial. El Pujal-Coy es un barril sin fondo que se ha caracterizado por su inoperancia y corrupción. Incomparable con la productividad de la zona industrial en la que se genera una cuarta parte del PIB y el 40% de los empleos de área metropolitana.
Aparece en el PNI una partida inexplicable por 21 mil 459 millones de pesos que están proyectados a la exploración y extracción de hidrocarburos en el estado de San Luis Potosí. No sabemos si el destino de esos recursos del sector energía se vayan a orientar a los conceptos antes mencionados o se destinen a la construcción de ductos petroleros, aunque el concepto es muy claro y parece que no caben dudas. Se trataría de una inversión extraordinaria, la más importante y cuantiosa de nuestra historia, que puede responder a las solicitudes que desde diversos frentes se le han planteado al presidente Peña Nieto y al secretario de Energía, Pedro Joaquín Coldwell, a fin de incluir en la próxima Reforma Energética un apartado que le dé especial prioridad a rescatar la producción petrolera del municipio de Ebano. Deben existir estudios que justifiquen esa inversión. No han informado qué alcances tienen las reservas en esa región petrolera que comparte con Veracruz. Hasta hace poco sabíamos que los mantos estaban agotados. Ebano merece mejor suerte, pues en 1901 se descubrió en ese municipio uno de los primeros yacimientos petroleros de país llamado La Pez, con una producción de 1,800 barriles diarios, propiedad de una compañía americana. En 1903, la Mexican Petroleum Co. construyó en este lugar la primera refinería dedicada a la producción de asfalto.
Hay otra inversión programada por 250 millones de pesos que debe revisarse destinada a rehabilitar, recuperar y conservar con el gobierno estatal el Centro Histórico de la capital del estado, pues según la información que se ha dado a conocer, parte de esos recursos se erogarían en la construcción de una biblioteca -que desgraciadamente muy pocos utilizan- y en un centro de convenciones ubicado en la alameda Juan Sarabia. La obra más urgente para reanimar a este sector de la ciudad es la construcción de dos o tres estacionamientos. Sin estos espacios el centro histórico no tiene futuro.
Se autorizó una partida por 513 millones de pesos para cubrir la parte que le corresponde a la federación en la construcción de 15.6 km del libramiento norponiente que unirá la salida a Matehuala con la carretera libre a Jalisco, sin cruzar la zona urbana de la ciudad que tendrá una longitud de 56 km. La concesionaria de esa vía, una empresa de Vicente Rangel Lozano, se supone que aportará el resto de los recursos cuyo monto no se precisa en el documento. Como tampoco se define si recibirá más aportaciones federales por los otros 40.4 kilómetros. Lo mismo ocurre con los concesionarios del aeropuerto de San Luis que recibirán 3 millones de pesos para su modernización. Se desconoce la cantidad que les corresponde aportar. Se destinan 2 mil 125 millones de pesos para la construcción del libramiento Ciudad Valles y Tamuín, con una longitud de 33.4 kilómetros. Las inversiones deben iniciarse de inmediato para sacar al país de la recesión en la que está sumido.