Las sombras de las luminarias

Por Eduardo Martínez Benavente

El candidato que resulte electo como presidente municipal de la capital debe entrevistarse de inmediato con el alcalde Mario García Valdez para pedirle que detenga el inicio de las operaciones para el cambio y mantenimiento de las más de 47 mil lámparas actuales de vapor por las luminarias de tecnología LED que pretende instalar en la ciudad, porque existen muchos puntos oscuros que deben revisarse en el contrato que celebró el Ayuntamiento de San Luis Potosí con la sociedad mercantil Panavi, S.A. de C.V., en conjunto con las empresas Lámparas Ahorradoras de Estado Sólido, S.A. de C. V. y Centro de Distribución Energético, S.A. de C. V.  Se trata de un compromiso que trasciende a las cinco siguientes administraciones y que compromete las finanzas municipales por un monto de 1,301 millones de pesos que deberá cubrirse mediante el pago de 180 mensualidades.

Ya no le corresponde al ex rector autorizar el arranque de las obras en el ocaso de su trienio, que están anunciadas para la segunda quincena de junio, y menos cuando deja unas finanzas desechas y muchas cuentas pendientes de pagar y aclarar. Por un mínimo de respeto político y transparencia debe abstenerse. La empresa beneficiada mediante una licitación pública nacional hecha a la medida de sus intereses para excluir a la competencia, y en la que resultó ser la única postora, le bastó manifestar que su inversión total ascendería a la suma 657 millones de pesos, sin que nadie lo verificara, para que el Cabildo municipal y el Congreso del Estado le autorizaran una propuesta por el doble de su inversión. Los recursos comprometidos rebasan con mucho el margen de utilidad de una operación mercantil razonable y decente. A nadie más se le dio la oportunidad de presentar una cotización. En el acto de Presentación y Apertura de Propuestas se descalificó a la otra licitante, por lo que sólo se recibió la propuesta de Panavi.  Sin embargo, existía una alternativa denominada «escenario 2», en el que el Ayuntamiento con la infraestructura y personal capacitado con el que cuenta, y con 300 millones de pesos de un crédito que le hubieran autorizado a pagar en 15 años, podría haber hecho el cambio de las luminarias a un costo abismalmente más económico. Se habían calculado 15 pagos anuales de 20 millones de pesos cada uno, en el que estaban incluidos los intereses correspondientes. No creo que para los más de 50 empleados del departamento de alumbrado público hubiera representado mayor problema cambiar ese número de lámparas y darles mantenimiento.

Tengo que reconocer que no se pactaron anticipos para el prestador de los servicios ni más garantías de pago que el compromiso del cabildo de aprobar en el presupuesto de egresos de los siguientes 15 años la partida presupuestal correspondiente. También se estableció que la empresa debe garantizar el funcionamiento de sus productos contra vicios ocultos, defectos de fabricación, descargas eléctricas, por lo que en caso de cualquier anomalía, descompostura y hasta actos de vandalismo que ocasionaran la pérdida del funcionamiento de la luminaria, el proveedor adjudicado deberá reemplazarlas en un plazo no mayor de siete días. Se les exigió a los participantes que la inversión debía ser con recursos propios, pues tenían que demostrar que poseen capacidad total para el financiamiento de las luminarias, y por lo tanto le quedaba prohibido contraer cualquier empréstito.

El Ayuntamiento manifestó en la solicitud que envió al Congreso del Estado para obtener la autorización correspondiente que durante el 2013 pagó a la Comisión Federal de Electricidad, por concepto de energía eléctrica del alumbrado público, entre 100 y 105 millones de pesos, a lo que habría que sumarle otros 15 millones de pesos por concepto de mantenimiento. Esto no es cierto, pues en los informes financieros trimestrales de 2010 a 2013 aparece el pago por concepto de energía eléctrica separado del pago del alumbrado público, y en la solicitud que presentan muestran dolosamente un sólo concepto como «energía eléctrica» del consumo total de 2014 por 112 millones de pesos. El Ayuntamiento paga diferentes recibos de la luz por alumbrado público y por sus oficinas y otros inmuebles de su propiedad.

El ex alcalde de Soledad de Graciano Sánchez, Ricardo Gallardo Cardona, fue el que inició el cambio de luminarias en la entidad hace un año. En la cabecera municipal se han instalado 16 mil luminarias. No conozco el contrato, pero según la publicidad generada por su área de comunicación social, el costo fue de 160 millones de pesos. Si esa cantidad incluye intereses, el valor unitario de cada luminaria sería de diez mil pesos en Soledad, mientras que en la capital ascendería a 27 mil 680 pesos. Estas diferencias obligan a revisar la operación.

Para eliminar toda competencia se le pidió a los concursantes, entre otros muchos requisitos, que entregaran un cheque certificado por 75 millones 458 mil pesos, que corresponde al 5% del total de monto ofertado, más el IVA correspondiente, para garantizar la magnitud del proyecto y por tratarse de un servicio municipal que no puede ni debe ser suspendido. Una vez otorgado el fallo el proveedor debió entregar una fianza para garantizar el fiel cumplimiento del contrato, por el 10% del monto anual contratado a favor del Ayuntamiento.

En otros lugares como Los Mochis, cabecera municipal de Ahome, Sinaloa, los organismos públicos y partidos políticos han elevado sus voces de protesta debido a la ineficacia de las lámparas LED instaladas por esta empresa a un costo millonario. Denuncia el reconocido periodista sinaloense Gabriel Cota Luque, que los vecinos de los sectores donde se han colocado las luminarias también han mostrado su inconformidad, pues señalan que «no alumbran bien» o que «parecen copechis» (insecto con luz en los ojos que habita en los pueblos de la sierra del estado de Sonora).

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