¿Qué pasó el 7 de junio?

Por Eduardo Martínez Benavente
La primera advertencia que tendríamos que dirigirle al próximo alcalde de la capital y al grupo de soledenses que seguramente llegará con él es que la Muy Noble y Leal Ciudad de San Luis Potosí no es Soledad de los Ranchos. Si entienden y atienden el sentido de esta exhortación su paso por el Ayuntamiento será menos penoso y accidentado para todos. Que no se les olvide que la capital del estado es muy distinta a esa demarcación que en las últimas décadas ha sufrido las arbitrariedades de los concesionarios de las aguas negras, el abuso político de los líderes de la CTM, la corrupción y autoritarismo de los ex presidentes municipales, el miedo a las mafias que usufructúan los giros negros y otras actividades ilícitas y, últimamente, el padrinazgo caciquil de la familia Gallardo, aceptado y aclamado -hay que reconocerlo- por decenas de miles de soledenses y capitalinos. El fenómeno Gallardo debe ser materia de un estudio serio y analítico. Estamos muy sorprendidos por los resultados atípicos de la jornada electoral del domingo pasado.
Muchos tememos que la presencia de Ricardo Gallardo Juárez en San Luis Potosí sea una grave amenaza para la seguridad de los potosinos y un riesgo de perder nuestras libertades de expresión, manifestación y asociación que con tanto sacrificio hemos conquistado los potosinos de la ciudad capital; y que sus custodios, jefes policiacos y allegados nos hagan recordar los días aciagos que padecimos con el prepotente convoy que implementó el ex gobernador Carlos Jonguitud con el propósito de amedrentar a sus gobernados. Los potosinos apreciamos la conducta del alcalde Mario García Valdez porque no lo podemos tildar de violento, intolerante o represor, lo que le permitirá transitar sin sobresaltos en las plazas y calles de la ciudad. Gallardo sabe que la mayoría de los potosinos le tienen miedo y desconfianza. Sólo el 19.18% del listado nominal de electores votó por él. No sabemos qué tanto de lo que se dice de él es mito y cuánto es verdad.
Nos preocupa que pretenda dividir a la sociedad entre pobres y ricos, no obstante que el candidato electo es un acaudalado empresario que tiene su residencia en Las Lomas. Ya lo vimos con el candidato Sergio Dessfasiux del PRD, que gracias a su cobijo y recursos alcanzó la diputación por el VIII distrito electoral que le permitirá tener un ingreso anual de 3 millones de pesos, al sentenciar en un mitin celebrado en la Ciudad 2000, que se comprometía a que las aguas pútridas, fétidas, malolientes y negras que atraviesan esa paupérrima colonia se las mandaría de regreso «a esos desgraciados de Las Lomas«, en un arranque de odio y demagogia que desafiaba la ley de la gravedad y sin percibir que las palabras son como flechas que se clavan en el corazón. El odio es el gran motor de la historia. El discurso del odio ha sido motivo de luchas fratricidas y de otras muchas desgracias que siempre habremos de lamentar. En un mensaje que el hijo del virtual alcalde envió unos días antes de la jornada electoral desde el penal en el que está recluido, y que fue ampliamente difundido a través de las redes sociales, le pide a los gallardistas en un tono amenazador y arrogante que «hagan temblar a todos», invitando a sus seguidores a salir a votar.
Nadie me quita de la cabeza que al candidato del PRI a la presidencia municipal de la capital, Manuel Lozano Nieto, así como al del PRD al gobierno del estado, Fernando Espinosa Pérez les jugaron chueco. Los embaucaron pues. Creo firmemente que hubo una negociación entre los personajes más pérfidos e insidiosos del priismo con el ex alcalde de Soledad, Ricardo Gallardo Juárez, en la que se sacrificó al primero quien desde un principio estaba destinado a perder la elección ante el infranqueable estorbo que representa el desprestigio que arrastra el actual presidente municipal y su antecesora, a cambio de que los grupos que obedecen a Gallardo en la capital votaran a favor del candidato del PRI, Juan Manuel Carreras y no por Calolo. Los priistas por su parte no votarían por Meme Lozano a quien dejaron sólo y sin apoyos económicos, sino por el empresario avícola para mandar a Xavier Azuara al segundo lugar. Aunque la parte fundamental del compromiso consistía en impedir, a como diera lugar, que Sonia Mendoza y su camarilla se alzaran con la gubernatura. Calculaban que el ex secretario de Educación difícilmente remontaría en las preferencias de los electores, pues la panista le llevaba una buena ventaja desde que arrancó la contienda, y de igual manera que Lozano Nieto, el hartazgo al gobierno de Peña Nieto, Toranzo y Mario García, le eran un obstáculo que parecía imposible de superar con sus propias fuerzas.
Hay varios indicios que fortalecen mi conjetura: los priistas nunca atacaron a Gallardo, no obstante que tenían información como para hacerlo pedazos. Todos sus esfuerzos estuvieron dirigidos a denigrar a Sonia Mendoza y de vez en cuando a Xavier Azuara. Los perredistas fueron los primeros en reconocer el triunfo de Carreras. El PRI y sus satélites no cuestionaron el registro de Gallardo como candidato de la alianza formada por el PRD y socios, a pesar de que en los dos últimos años había realizado actos anticipados de campaña. El tope de gastos de campaña para el candidato del PRD autorizado por el CEEPAC no debía rebasar un millón 893 mil pesos. Cualquiera que le haya dado seguimiento podrá advertir que ese límite quedó rebasado con mucho. Hay quien calcula que erogó entre 50 y 100 millones de pesos. Al candidato del PRI, Manuel Lozano, lo dejaron abandonado a su suerte, ni siquiera los dirigentes de las juntas de mejoras de las colonias lo acompañaron a sus eventos, no obstante que los priistas las controlan desde el municipio. El apoyo que recibió Gallardo desde el municipio de la capital le servirá al ex rector como moneda de cambio para que el perredista no sea tan severo con sus cuentas públicas. Todo indica que el PRI cumplió con su compromiso y le sumó a Gallardo miles de votos dejando a Lozano con menos del 12.5% del total de la votación emitida en la capital. Los que no cumplieron fueron los seguidores de Gallardo que votaron por Calolo y no por Carreras, como estaba convenido, mandándolo al tercer sitio en las preferencias electorales de los capitalinos. El número de votos que sumó en esta plaza el ex secretario de Educación anda alrededor de los 61 mil, los mismos que obtuvieron los diputados federales de su partido por los distritos de la capital.

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