La misma historia pero con diferentes actores

PRIMERA PARTE
Por Eduardo Martínez Benavente
No es un asunto menor el desfavorable resultado de la auditoría que el órgano fiscalizador del Congreso del Estado le practicó al Ayuntamiento de San Luis Potosí por el período que abarca del 1 de octubre de 2012 al 31 de diciembre de 2013, y que el tesorero municipal José Bolaños Guangorena trata de justificar argumentando falsamente que es ajeno a ese problema porque las observaciones financieras que se le fincan por el mal manejo de 390 millones de pesos, más las 361 observaciones administrativas que no pudo desahogar se deben a la «pésima» administración anterior, cuando el lapso auditado comprende los primeros 15 meses del gobierno que preside el alcalde Mario García Valdez y no el que estuvo a cargo de la señora Victoria Labastida.

Tan fácil e irresponsable que es echarle la culpa a otros de los errores e ilícitos en que uno incurre, lo que en este caso es doblemente reprobable porque el tesorero no ha podido solventar las inconsistencias observadas por la Auditoría Superior del Estado (ASE) en las dos ocasiones que se le concedieron antes de emitir el dictamen. Aunque creo que todo esto no debe preocuparle mayor cosa porque sabe que en la tercera y última oportunidad quedarán desvanecidos ya que el titular de la ASE, en una actitud complaciente y encubridora como la de su antecesor, los ha minimizado a simples errores que se pueden corregir ya que «ni siquiera es por descuido, fue por la necesidad de dinero al encontrar las arcas vacías», como recientemente declaró para tranquilidad del alcalde y tesorero.

Lo cierto es que el municipio no tiene ni tendrá dinero para reponer los millones de pesos faltantes de los fondos etiquetados que el tesorero se atrevió a tomar y que no se trata de «simples errores» sino de asuntos mucho más graves que no hay manera de corregirlos. Como por ejemplo: los adeudos a proveedores, acreedores, impuestos por pagar, fondos ajenos, cadenas productivas y otros pasivos a corto plazo que suman más de 785 millones de pesos al 31 de diciembre de 2013 (páginas 51 y 52 del informe), más otros 471 millones de deuda bancaria reestructurada a largo plazo. El total de los pasivos asciende a 1 mil 256 millones de pesos, cifra muy superior a los 853 millones que a finales del 2012 se detallaban en la página de transparencia del municipio, y a los casi 730 millones que se reconocían como saldo al 31 de mayo de 2013. Se debe una cantidad considerablemente mayor a la que heredaron de la administración anterior. Los pasivos se han incrementado de una manera irresponsable e impagable y el auditor no los observa ni justifica. Con el agravante de que la línea de crédito que se les otorgó para que arrancara este gobierno debía ser cubierta antes del 31 de diciembre de 2012, pues de lo contrario se convertiría en deuda pública y se requeriría la autorización del Congreso del Estado, y no se hizo. Este otro ilícito tampoco fue observado por el auditor.

Se perdieron 17 millones 749 mil pesos correspondientes a una reserva de un crédito a favor de Bansi porque el Municipio no gestionó su bonificación y ahora resulta imposible recuperarlo. Hay más de 416 millones de pesos de traspasos bancarios  y disposición de recursos realizados de las cuentas de Ramo 33 a las cuentas de la Tesorería, así como otras movimientos que no fueron reintegradas al término del ejercicio. Lo mismo de lo que se le acusa a la administración Labastidista.

No existe evidencia documental que acredite el destino de los préstamos bancarios a largo plazo que forman parte del crédito de 300 millones de pesos autorizado en la sesión de cabildo del 11 de octubre de 2012. La ASE no ha podido verificar hasta ahora que el municipio haya registrado en su Cuenta Pública la totalidad de las cuentas bancarias utilizadas en el manejo de los recursos obtenidos. Lo mismo de lo que se le acusa al gobierno de Marcelo de los Santos por la dispersión del crédito de los 1,500 millones de pesos que sólo él, Mayorga, Conde, Azuara y Toranzo saben dónde quedaron.

La combativa regidora panista Nadya Edith Rangel Zavala le ha recriminado al tesorero municipal que: «Ya basta de mentiras, Señor tesorero, estamos a mitad del trienio y usted sigue culpando de todo a los funcionarios que ya se fueron, y que deberán pagar por sus propios desvíos en que incurrieron. De no enmendarse las cosas en el actual Ayuntamiento, dentro de año y medio estaremos lamentándonos de otros desfalcos, escandalizados, y persiguiendo a otros malos funcionarios». La regidora se queja en otro comunicado del pasado 29 de mayo que la contralora, el tesorero y el oficial mayor han ignorado al secretario del Ayuntamiento, quien desde el 30 de abril, en sesión de cabildo, dispuso que respondieran a 35 oficios donde se les requiere de información sobre la forma en que están manejando el dinero de los potosinos, sin que le hayan hecho caso.

Es muy probable que el ex tesorero municipal Juan Ramón Nieto Navarro le haya pedido a su jefe que lo reemplazara de esa responsabilidad y lo ubicara en cualquiera otra área de la administración en la que no manejara dinero porque advirtió desde un principio los problemas en los que se metería por el uso discrecional de los recursos públicos que estaba administrando. Las presiones ejercidas por proveedores y acreedores que exigían sus pagos, la situación financiera del municipio que estuvo a punto de declararse en bancarrota, y el derroche y descontrol presupuestal en que se incurrió porque que no se aplicaron medidas extremas de austeridad que hubieran sido incompatibles con el proyecto político del ex rector los obligaba a cometer toda clase de ilícitos. Era imposible no saltarse las trancas e incurrir permanentemente en desvíos de recursos etiquetados y realizar gastos injustificables tomando dinero de donde hubiera y como se pudiera. Sabía que infringir las estrictas normas de la contabilidad gubernamental que rigen para el manejo de los recursos públicos trae aparejado una serie de responsabilidades y sanciones que en cualquier momento le iban reventar y prefirió dejar el cargo.

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