¿Por qué Gallardo… ?
Por Eduardo Martínez Benavene
Tuvo que haber existido una negociación entre la Secretaría de Gobernación, la Procuraduría General de la República y las dirigencias nacionales del PRI, PRD y Partido del Trabajo para permitir que Ricardo Gallardo Juárez participara como candidato a la presidencia municipal de la capital potosina por estos dos últimos partidos sin que fuera impugnado o amenazado. No concibo que el ex alcalde de Soledad de Graciano Sánchez, a pesar de la vulnerabilidad de su situación personal y del estado de ánimo que seguramente lo aflige por el encarcelamiento de su hijo en una prisión de máxima seguridad, se haya animado a contender en una elección que sabe que va a perder y que la mayor parte de los recursos que se destinen provendrán de su bolsillo; si no recibió a cambio la promesa de la pronta excarcelación de su vástago que puede ocurrir este mismo año y la garantía de que no se investigará más si hubo nexos con el crimen organizado, como no lo descartó el director en jefe de la Agencia de Investigación Criminal (AIC) de la Procuraduría General de la República, Tomás Zerón de Lucio, cuando anunció en una rueda de prensa la detención de su hijo. Por otro parte es una incongruencia que las ordenes de aprensión no se hayan extendido a todas las personas que señaló la PGR como probables responsables o implicados en el delito de utilización de recursos de procedencia ilícita mediante una triangulación financiera que es la falta por la que se procesa al alcalde con licencia.
No me extrañaría que en el paquete de arreglos políticos que celebraron se haya incluido también el compromiso de trasladarlo a una prisión menos severa y más cercana a la entidad. El interés que creo que movió a los dirigentes del partido en el gobierno para instrumentar una estrategia de esta naturaleza es el de restarle votos al candidato del PAN con la participación electoral del empresario soledense ante el temor fundado de que su abanderado a la alcaldía municipal, Manuel Lozano Nieto, pierda con mucho la elección contra Xavier Azuara Zúñiga. Saben que su candidato no repunta ni repuntará pues arrastra el lastre y desprestigio de las dos últimas administraciones municipales y la mala imagen del presidente Enrique Peña Nieto. Es evidente el derrumbe en la percepción de la figura presidencial. La evaluación de su desempeño es reprobatorio. Sólo el 39% de la población lo avala. Los abusos de la cónyuge e hijo del gobernador del estado que han salido a flote en los últimos días también dañan la imagen de los candidatos del PRI y contribuyen a su derrota.
Los priistas saben que el voto duro que controlan es insuficiente para derrotar al ex director del Instituto Potosino de la Juventud, estrechamente vinculado al ex gobernador Marcelo de los Santos y dos veces diputado. Calculan que el margen de acción para imponer a su candidato mediante un fraude electoral es muy limitado en la zona urbana de la capital. Presienten que la mayoría de los electores indecisos, así como los que rara vez salen a votar lo harán principalmente por el candidato de Acción Nacional. Por eso es el interés de presentar una opción distinta a estos grupos de electores. Una opción que para muchos de ellos resulta atractiva y viable porque las autoridades se han encargado convertirlo en una víctima de los excesos del poder; independientemente de los millones de pesos que se han gastado en promover su imagen y los programas asistenciales con los que se ha beneficiado a miles de personas. De tal manera que lo han elevado a la categoría de un político exitoso y trabajador que ha dado buenos resultados y que es ampliamente conocido. El proselitismo político de Gallardo Juárez en la capital potosina en busca de la alcaldía viene desarrollándose desde hace casi dos años a través de visitas domiciliarias. Durante este tiempo se ha reunido con miles de potosinos para darse a conocer y plantear sus compromisos como si estuviera en plena campaña por la presidencia municipal. Ahora, el motivo de su participación es restarle votos al candidato del PAN dividiendo la votación, de por sí fraccionada entre los nueve candidatos registrados. Entre más se divida el voto, más posibilidades tiene el candidato del PRI de alzarse con la victoria pues la infraestructura y organización de su partido, así como la capacidad de movilizar a sus simpatizantes durante la jornada electoral es muy superior a lo que pueden hacer los activistas de Acción Nacional. El abstencionismo también favorece al PRI.
Un elemento que viene a fortalecer mi tesis de la negociación cupular es la pasividad de los medios de comunicación que no han cuestionado el registro de un candidato que según la versión de la PGR está vinculado como padre y cónyuge con los accionista o administradores de las 13 sociedades que se beneficiaron con los recursos públicos que se desviaron a través de una triangulación que se llevó a cabo entre el municipio de Soledad de Graciano Sánchez, la Clínica de Especialidades Wong y estas empresas. La PGR reveló que las transferencias se registraron desde octubre de 2012, cuando se inició la última administración perredista, hasta agosto del año pasado. La SHCP detectó operaciones financieras con “montos inusuales” de transferencias bancarias y con dinero en efectivo superiores a los 209 millones de pesos “presumiblemente con origen ilícito, que eran trianguladas a través de diversas cuentas para esconder su origen y su destino”.
Es inocultable la línea editorial de la mayoría de los medios de comunicación que tienen una tendencia favorable a los candidatos del PRI. No tengo la menor duda que el PRD y su candidato a la presidencia municipal de la capital sumarán en esta coyuntura un número de votos -no mayor del 14%- que nunca antes habían obtenido en la capital potosina, pues en la elección del 2009 sacaron el 7.07% de la votación y en el 2012 el 7.06%; y así todos contentos, menos los panistas que se podrían llevar una desagradable sorpresa si no se les ocurre algo inteligente para contrarrestar esta candidatura.