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Buscar la verdad y contarla Juan Antonio González Enero 16, 2009.
El periodista norteamericano, Ben Bradlee nos recuerda que “para un periodista, el principio fundamental es buscar la verdad y contarla”. Coincide con Gabriel García Márquez en el sentido de que el de periodista “es el mejor oficio del mundo”. En cierto modo, esas palabras que conforman frases lúcidas y al mismo tiempo mandatos a tomar en cuenta en nuestro trabajo, los periodistas de súbito contraemos una memoria de elefante. Al leer la espléndida entrevista de Julio Cruz, uno reflexiona sobre cómo de poco a poco, la rutina nos va tragando y nos alejamos de principios tan valiosos como ese primigenio de que ante todo, está el buscar la verdad y contarla. Bradlee fue director de The Washington Post cuando ese diario publicó el caso Watergate, piedra angular del periodismo y ejemplo de cómo la prensa le puede seguir los pasos al poder público para denunciarlo cuando no hace bien las cosas. Ese caso cimbró al país más poderoso del mundo y contribuyó a la caída del entonces presidente, Richard Nixón. De lo que se trató fue de buscar la verdad y contarla. Empezó como reportero en ese emblemático diario norteamericano en 1948. El País, uno de los periódicos más importantes a nivel global, publicó una entrevista con el periodista. La charla no tiene desperdicio en tanto que lo conduce a uno a la autocrítica, de manera tal que hay motivos para la autoflagelación. Apareció en el suplemento Domingo del rotativo español el pasado 11 de enero. Él se había retirado en 1991, pero sigue en el oficio en el Washington Post como uno de sus vicepresidentes de mayor referencia. Eso de que el de periodista es el mejor oficio del mundo, lo entendió desde los 16 años cuando ingresó al periódico y la hacía de todo. Es veterano de guerra y nunca ha dejado de ser periodista. En la charla deja ver uno de los estereotipos que nos caracterizan en la prensa potosina: la simulación. “Decían, los periodistas saben de muchas cosas, pero de todas sólo un poco”. Eso se decía de la prensa en 1948. Pareciera ser una premisa que de tan actual podría avergonzarnos en el sentido de que, ocasionalmente, recurrimos a la baladronada de escribir y opinar de todo. La asignatura pendiente sigue siendo la obligada actualización, la capacitación y una especialización que el día a día exige. Todo cambia y el oficio se ha venido transformando, los lectores exigen mayor precisión, más datos, más confrontación de éstos, requieren de información más confiable. Efectivamente, creemos saberlo todo y en ello hay una especie de soberbia que a veces nos ciega. Apenas si leemos nuestros propios periódicos. En tanto que a los dueños de los periódicos les parece innecesario capacitar a sus reporteros. Leemos muy poco, no sólo estamos ausentes de las novedades en el oficio sino que incluso menospreciamos la literatura como herramienta para mejorar nuestro acervo cultural y con ello dejamos ir la oportunidad de mejorar la artesanía de la escritura. La presión de la noticia es frecuentemente un obstáculo, pero no ha de ser una excusa, pues es notorio al leer nuestra prensa que no todo lo que redactamos o reporteamos es noticia, su valor noticiable es de suyo a menudo muy pobre. “Uno de los placeres del periodismo es que nunca sabes de qué vas a escribir cuando vas al trabajo. ¿Qué va a ocurrir en el mundo de hoy? ¡Ni idea! Eso es lo excitante”, refiere quien en su juventud fue corresponsal de Newsweek en Europa. De alguna forma, eso es parte de lo que encierra la frase del Gabo en el sentido de que el periodismo es el mejor oficio de mundo. Vale la pena decir que a fuerza del tedio diario de las fuentes, de las declaraciones insulsas y del discurso hueco de las fuentes, se ha ido minando ese entusiasmo de ver al periodismo como un nuevo amanecer. Te cansa la ciudad, la demagogia, la mentira, el ocultamiento de la información, las posturas oficiales, el tedio de las ruedas de prensa institucionales en las que no se dice nada interesante. Es una rutina tan cansina que acaba todo. ¿Cuándo empezamos a perder ese entusiasmo? Vaya a saberse, pero se va al periódico como se iría al puesto de las verduras o a la oficina burocrática. Bradlee recuerda que cuando él cubría la fuente de la Casa Blanca había diez reporteros. Ahora hay mil 500 acreditados, luego entonces, no es fácil para un presidente salirse con la suya, hay demasiadas interrogantes que hacerle. Igual, en la actualidad en el caso de San Luis Potosí, no es lo mismo que hace tres lustros cuando había unos cuantos medios y unos cuantos reporteros para cubrir las fuentes. Ahora, hay ruedas de medios con al menos una veintena de reporteros, fotógrafos y camarógrafos, el problema es que se pregunta tan poco, que parecieran que no hay interrogantes que plantear. Como si se hubieran muerto las preguntas, como si el silencio se apoderase de muchos, se opta por esperar a que otros pregunten y cuando hay preguntas, muchas se lanzan como si se tendiera una alfombra roja y tersa al entrevistado, sobre todo si se trata del gobernador. Hay incluso, periodistas que dejan de serlo y a instancias de algún jefe de prensa, preguntan lo que instantes antes les ordenaron al oído. Nos hemos perdido el respeto. Esa noción de lo que sucede ahora. Nos da pauta para referir lo que considera Bradlee es recurrente. Los periodistas no siempre dicen la verdad, pues es claro que uno recibe las declaraciones de una fuente y luego las escribe, entonces ambos mienten. En razón de ello, considera que buena parte de la prensa global ahora se preocupa más por la verdad. ¿Y nosotros, en nuestros periódicos potosinos, nos preocupamos por la verdad? Creo que no del todo, nos ocupa la cuota, de manera tal que entrevistamos de cualquier cosa a cualquier fuente y con ello, ya llevamos una, nos faltan cuatro. En ese momento no pensamos en la verdad, pero tenemos la coartada perfecta. La fuente lo dijo, lo tengo grabado, me pasó el audio un compañero, me pasaron los datos y es algo confiable. Justificaciones nos sobran. Frente a las nuevas tecnologías de la información y la instantaneidad noticiosa vía Internet, admite que “no estamos aportando nuevas historias, nuevos hechos…Por eso tenemos que concentrarnos en el significado de esos hechos que ya no damos nosotros en primer lugar; tenemos que saber si son importantes, si influyen en la historia, qué pasará en el mundo si se consolidan…Tenemos que saber eso y contarlo. Esa es nuestra función ahora”. Nuestra percepción, aldeana no comprende eso y seguimos publicando lo que otros medios electrónicos han difundido con horas de anticipación a la tirada de los diarios en la calle. No le preocupa al medio y publica algo que en sentido estricto, ya no es noticia. No les interesa su reputación. Esa es nuestra realidad. Seguramente hoy y mañana ocurrirán muchas cosas, es menester no olvidar pese a todo, que nuestra responsabilidad es cubrir esos hechos y luego contar lo que ha sucedido con apego a la verdad. Hay rachas de fastidio, las noticias también cansan, pero como diría un personaje de Mario Vargas Llosa en Conversación en la Catedral: el periodismo es como las arenas movedizas, te atrapan y ya no puedes salir
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VISOR DE TRANSPARENCIA 6as Jornadas de Acceso a la Información Pública 2008 Lista obtenida a través de solicitudes de información
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